La publicidad y las películas de Hollywood se han empeñado durante años en mostrarnos escenas en las que el alcohol puede ser un gran aliado del sexo porque aumenta nuestro atractivo, mejora las habilidades sociales, despierta la sexualidad y facilita los encuentros sexuales. Sin embargo, debes saber que no es más que uno de esos mitos que se han difundido en nuestra cultura, ya que no es verdad que aumente el deseo, el rendimiento o el placer en la cama. Y, al contrario de lo que intenten vendernos, el alcohol no es un afrodisíaco.
¿Cómo afecta el alcohol a nuestra vida sexual?
Es cierto que una concentración de alcohol de un 0,025 puede tener un efecto estimulante pero cuando la concentración aumenta hasta el 0,005 la respuesta sexual se reduce considerablemente. Siendo los efectos los mismos tanto en el hombre como en la mujer. En el hombre se observa una menor tumescensia del pene durante la erección por un retraso en la eyaculación y por un incremento del tiempo de latencia después de terminar el encuentro. Y en la mujer se observa una reducción del flujo vaginal, necesidad de más tiempo para alcanzar el orgasmo y una menos intensidad del mismo o, incluso, no llegar nunca. En definitiva, una disminución del placer y del rendimiento en ambos sexos.
Cuando se bebe en grandes cantidades, el 11% de los consumidores tienen problemas para alcanzar el orgasmo. Los hombres tienen más dificultades para eyacular, mientras que las mujeres necesitan más tiempo para alcanzar el orgasmo en comparación con el caso de si hubieran bebido poco o nada.
Además, en ambos sexos el alcohol hace que al cerebro le cueste más relacionar la estimulación genital con la excitación sexual, se retardan los reflejos y se dilatan los vasos sanguíneos. En el caso del hombre esta dilatación de los vasos sanguíneos puede dificultar la erección. Al beber demasiado, el organismo sufre una deshidratación, dando lugar a problemas de erección por la reducción del volumen de agua en la sangre, lo que aumenta la hormona angiotensina, relacionada con la disfunción erectil. En el caso de las mujeres, esta deshidratación puede dar lugar a dolores de cabeza, fuerte fatiga, sequedad vaginal y, por tanto, sufrir dolor durante la penetración.
Hay que tener en cuenta que este problema puede convertirse en algo cada vez más habitual si se sigue ingiriendo alcohol en grandes cantidades, ya que el hígado se va dañando y es ahí donde se metaboliza la testosterona.
¿Por qué se sigue pensando que el alcohol y el sexo son una buena combinación?
No podemos olvidar que el alcohol es un depresor, por lo que unas cuantas copas siempre dificultarán nuestra respuesta sexual. La cuestión es que su efecto desinhibidor hace que nos sintamos con más confianza en nosotros mismos y que nos resulte más fácil entablar contacto con otras personas. El problema es que esto ocurre cuando se trata de pequeñas cantidades, no cuando se consume en grandes cantidades. Pasando de ser una persona con más confianza en sí mismo a un ser menos capaz de gestionar el sexo de un modo seguro, llegando a practicar sexo sin protección.
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