27 de Ago, 2023 .
Durante mucho tiempo se ha teorizado que existe una asociación entre el estrés a largo plazo y la obesidad. El estrés crónico puede llevar a una ?comida reconfortante?, que a menudo implica comer en exceso alimentos ricos en grasas, azúcar y calorías, lo que, a su vez, puede provocar un aumento de peso.
El estrés, a corto plazo, hace que el cerebro produzca una hormona supresora del apetito llamada hormona liberadora de corticotropina. En momentos de estrés, también se envían señales a las glándulas suprarrenales que desencadenan su producción de adrenalina, lo que suprime temporalmente cualquier necesidad de comer como parte de la respuesta de lucha o huida.
El estrés continuo, por otro lado, provoca la liberación de una hormona llamada cortisol. Esta hormona aumenta el apetito de una persona y, si el estrés no pasa, los niveles de cortisol y apetito permanecen elevados.
En un estudio realizado en el University College London (UCL), los investigadores analizaron si existía una asociación entre los niveles de cortisol presentes en el cabello, así como el índice de masa corporal (IMC) y la circunferencia de la cintura de sus sujetos de prueba.
Los datos se registraron durante cuatro años, y en este estudio participaron más de 2500 hombres y mujeres. Los mechones de cabello de 2 cm que se analizaron en este estudio representaron aproximadamente 2 meses de crecimiento, y los niveles de cortisol que habían seguido aumentando se acumularon a lo largo del estudio.
En un estudio británico, los investigadores encontraron que las personas que tenían niveles altos de cortisol en respuesta al estrés tenían una mayor tendencia a comer bocadillos cuando experimentaban problemas cotidianos en comparación con las personas que tenían niveles bajos de cortisol en respuesta al estrés.
En otro estudio de la Universidad Hebrea de Jerusalén, los investigadores observaron los mecanismos moleculares que pueden vincular la ansiedad y el metabolismo. En concreto, estos investigadores observaron el vínculo entre la expresión de un determinado tipo de microARN y procesos relacionados con el síndrome metabólico.
Hermona Soreq y su equipo de investigadores ya habían realizado estudios que mostraban una mayor expresión de microARN reguladores de la inflamación en el cerebro y el intestino en respuesta al estrés y la ansiedad. Sin embargo, los investigadores querían explorar más a fondo cualquier influencia que esto tuviera sobre la obesidad.
Para ello, el equipo de Soreq descubrió que la expresión de microARN como consecuencia de la ansiedad podría aumentar los efectos de los procesos relacionados con el síndrome metabólico. También encontraron que los niveles de expresión de microARN variaban entre diferentes células y tejidos, dependiendo de si los sujetos habían estado expuestos al estrés.
Muchos estudios en animales también han sugerido que el estrés influye en las preferencias alimentarias, prefiriéndose los alimentos ricos en grasas y azúcar cuando los sujetos se estresan física o emocionalmente. Estos alimentos parecen inhibir la actividad cerebral implicada en el procesamiento del estrés y la ansiedad, lo que tiene el efecto de contrarrestar estas emociones.
Ver y consultar a centros
