El invierno es la época del año donde el frío, la nieve, las lluvias y las bajas temperaturas en general llenan nuestras vidas. Con ello, el cuerpo humano se resiente, sobre todo si no se tiene un buen sistema inmunológico.
Por ello muchas personas cogen la gripe o cualquier otro virus que les lleva a estar resfriados, congestionados o incluso con fiebre durante estos meses del año. Así pues, podríamos decir que el frío afecta al cuerpo humano en cuanto a su salud, pero ¿en algún aspecto más también?
¿El deseo aumenta o disminuye en invierno?
El deseo siempre se relaciona o se conecta con las temperaturas cálidas y elevadas, con el verano y la pasión. En raras ocasiones se conecta el frío, el hielo y los paisajes nevados con el deseo, a no ser que sea dentro de una cabaña con un fuego a tierra encendido.
Por ello no parece una locura pensar que en invierno los seres humanos no estamos tan predispuestos a los encuentros sexuales como en verano. No obstante, ¿qué cantidad de verdad hay en esta creencia o supuesta afirmación?
Más rato en la cama, pero no para hacer el amor
Lo que más sorprende es la siguiente paradoja: durante el invierno, las personas solemos pasar más rato en la cama, pues ahí es donde estamos más cómodos, más calentitos como se suele decir coloquialmente.
Sin embargo, el rato que pasamos dentro de nuestro lecho (sea común o individual) no es precisamente para pasarlo con nuestra pareja en un encuentro sexual. O no siempre. Más bien dormimos, pasamos rato con nuestra pareja viendo la tele o incluso nos ponemos a leer.
Así pues, aunque cueste y fastidie afirmarlo: los hombres y mujeres no solemos estar tan predispuestos a los encuentros sexuales durante el invierno. Eso sí, todo ello tiene una explicación científica muy sencilla y relacionada no sólo con el clima, también con nuestra respuesta a éste.
Más frío, menos deseo, ¿por qué?
El primer motivo va relacionado con la producción hormonal de serotonina, la cual siempre aparece de forma más abundante durante el verano y la primavera. Es decir, los lugares y épocas con climas cálidos son las más propicias para ello.
Y no sólo por el clima cálido, la luz también juega un papel muy importante en ello. Es decir, las horas de luz solar durante el verano son más extensas y esta exposición al sol hace que el cuerpo produzca no sólo vitamina D, también serotonina.
La serotonina funciona como neurotransmisor y aporta efectos en el organismo. De hecho, ésta es la encargada de regular la temperatura hormonal, de regular los estados de ánimo positivos y negativos y también regular los procesos del sueño.
Con los climas fríos y las menos horas de sol, el ser humano produce melatonina. Esta hormona actúa de forma contraria a la serotonina, es decir: reduce el deseo sexual. De ahí que el sexo no sea una de nuestras prioridades en invierno.
No obstante, pese a que practiquemos menos sexo durante el invierno, las parejas están más unidas durante estas épocas. Todo ello a nivel afectivo, más fraternal que sexual. Por supuesto que el sexo sigue teniendo su espacio en las relaciones, y en cada una de ellas a un nivel particular, pero se dan importancia a otros puntos.
Al fin y al cabo lo más importante es dar y recibir amor, sea como sea, bien sexual o fraternal.
Ver y consultar a centros