Jean-Auguste-Dominique Ingres : Interludio

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3 de Feb, 2022 . Durante su tiempo en la Academia Francesa de Roma, actuó con frecuencia con artistas invitados y estudiantes de música, incluido Charles Gounod. Gounod, de hecho, no quedó muy impresionado y escribió: ?No era un profesional, y mucho menos un virtuoso?. Aparentemente, Ingres interpretó cuartetos de cuerda de Beethoven con Niccolò Paganini, y Franz Liszt describió su forma de tocar como "encantadora". No sabemos si Ingres alguna vez tocó todas las sonatas para violín de Mozart y Beethoven con Liszt, pero sí sabemos que Liszt dedicó sus transcripciones de las sinfonías 5 y 6 de Beethoven a Ingres. El instrumento real de Ingres fue legado después de su muerte, junto con una serie de pinturas, a su ciudad natal de Montauban, cerca de Toulouse.

Ingres ganó el codiciado Prix de Rome en su segundo intento y partió para su residencia en Roma en 1806. Juró que no regresaría a París hasta que fuera reconocido como un pintor de historia serio e importante. Mientras se adhirió a las convenciones académicas, Ingres comenzó a experimentar con temas más sensuales y emocionalmente evocadores, incluida la tradición del desnudo femenino.

La mujer reclinada ha sido un motivo popular desde el Renacimiento, e Ingres continúa esa ?tradición al dibujar la figura en una serie de líneas sinuosas que enfatizan las suaves curvas del cuerpo. Sin embargo, Ingres estaba pintando la forma humana idealizada distorsionando los cuerpos?. Su ?La Grande Odalisque? de 1814 ?necesitaba dos o tres vértebras extra para lograr su pose dramática y retorcida. Las piernas de la figura parecen desproporcionadas, con la izquierda increíblemente alargada y desarticulada en la cadera. El resultado es paradójico, ya que ella es a la vez asombrosamente hermosa y misteriosamente extraña?. Esta libertad recién descubierta de enfatizar contornos elegantes y efectos visuales agradables "animó a otros artistas a tomarse libertades con la forma humana, desde Renoir, quien supuestamente estaba enamorado de Ingres, hasta los surrealistas del siglo XX". Como era de esperar, los críticos encontraron su estilo extraño y arcaico, y durante un tiempo Ingres tuvo que mantenerse como retratista.

Recibió la Cruz de la Legión de Honor de manos de Carlos X, pero su pintura para la catedral de Autun fue duramente criticada por sus "tonalidades oscuras, composición desordenada y las distorsiones anatómicas de sus figuras". Siempre temperamental y exhibiendo un don para lo dramático, Ingres regresó a Roma para asumir la dirección de la Académie de France. Ingres prometió no volver a exhibir su trabajo en público, pero cedió para una retrospectiva de 1846 de su maestro Jacques-Louis David. En 1855 fue honrado con una retrospectiva monográfica y una galería dedicada íntegramente a él en la Exposición Universal. Sin embargo, Ingres se indignó por tener que compartir la gran Medalla de Honor con otros nueve artistas, incluido Delacroix, a quien llamó el ?apóstol de lo feo?.