7 de Ago, 2022 . La fantasía también nos permite proyectarnos en una realidad imaginaria donde podríamos experimentar algo más, e incluso soñar con ser alguien diferente. En la fantasía del coqueteo o de la relación sexual con el colega se esconde también el deseo de jugar un escenario nuevo e inesperado, la curiosidad por jugar un nuevo papel en el juego social de la seducción. ?Todo el mundo es un escenario, y todos los hombres y mujeres meros actores?, dice el melancólico Jaques en la introducción a la obra de Shakespeare Como gustéis (1599). Básicamente, no soñamos con tal o cual colega, sino con ser alguien más.
Pero no es coincidencia que esta fantasía de desempeñar otro papel tienda a estallar en la escena altamente codificada de nuestra vida de oficina. En una empresa, formamos un colectivo de humanos dedicados a una misión. Estamos en un escenario donde se supone que mujeres y hombres deben realizar tareas coordinadas, en constante comunicación y cooperar entre sí. De ahí el afán de improvisar un paso audaz a un lado.
La fantasía sexual sobre el colega -una figura de proximidad intermedia, tanto conocida como desconocida- se siente como una ruptura con la empresa, que en algunos aspectos es como una ?institución total?. El sociólogo estadounidense Ervin Goffman describe este último como ?un lugar de residencia y trabajo donde un gran número de individuos en una situación similar, aislados de la sociedad en general durante un período apreciable de tiempo, llevan juntos una ronda de vida cerrada y formalmente administrada?. (Asilos, 1961).
No es de extrañar que el deseo pueda surgir en un contexto tan anclado, en este lugar cerrado, sujeto a un ritmo tan repetitivo. Para salir de ella, podemos caer en la tentación de generar ?poesía, belleza, romance, amor, [...] aquello por lo que nos mantenemos vivos?, para citar a John Keating, el profesor de literatura interpretado por Robin Williams en The Circle of Poetas desaparecidos (1989).
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