La disfunción eréctil es la incapacidad continuada del hombre para lograr o mantener una erección que le permita mantener relaciones sexuales de manera satisfactoria y puede deberse a factores psicológicos, vasculares, neurológicos, hormonales o farmacológicos. Lo cual no debe confundirse con otros problemas como el bajo deseo sexual, los trastornos del orgasmo o la ausencia de eyaculación. Aunque no lo parezca, se trata de un problema bastante frecuente y si no se trata, puede terminar por deteriorar las relaciones con la pareja, la familia o los amigos.
Afortunadamente se trata de un problema que tiene solución y para el que existen diversos tratamientos que van desde los fármacos a la terapia psicológica. Eso sí, es muy importante no elegir un remedio por nuestra cuenta, sino acudir a un médico que pueda establecer cuál es el tratamiento más adecuado en nuestro caso. Ni que decir tiene que los fármacos siempre deben adquirirse en una farmacia acreditada. De lo contrario, estaremos poniendo en grave riesgo nuestra salud.
El tratamiento más habitual para los problemas de disfunción eréctil es el tratamiento oral a través de los llamados inhibidores de la fosofodiesterasa 5. Son fármacos con características distintas que deben adaptarse a las necesidades de cada paciente y que facilitan la dilatación de las arterias, incrementando la cantidad de sangre que entra al pene y facilitando la erección. Pero para que esto se produzca es imprescindible que haya excitación, que es lo que desencadena la cascada de neurotransmisores que relajan el músculo de las paredes cavernosas.
Pero también existen otro tipo de tratamientos que pueden ayudar a solucionar el problema, como las inyecciones en el pene, los dispositivos de vacío, la cirugía, el tratamiento hormonal, el tratamiento psicológico, las ondas de choque o los tratamientos tópicos. Todo dependerá del diagnóstico que realice el médico.
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